Los trabajadores de Canadá están en marcha por primera vez en mucho tiempo. En marzo y abril, los aumentos salariales medios obtenidos en los nuevos convenios colectivos alcanzaron una media del 3,1%, la más alta en casi quince años. Esta cifra no es suficiente para seguir el ritmo de la inflación en Canadá, que se sitúa ahora en el 7,7% -la más alta desde 1983-, pero es una señal de que el movimiento obrero se está reactivando.
Otro avance prometedor ha sido la organización de victorias en el comercio minorista, un sector de la economía canadiense que tradicionalmente no ha estado organizado. Esto es especialmente importante porque la densidad sindical de Canadá es superior a la de Estados Unidos, en gran medida gracias a la elevada sindicalización del sector público. Al igual que en los Estados Unidos, la cobertura sindical del sector privado ha disminuido durante décadas. Estos recientes éxitos en la sindicalización del comercio minorista pueden augurar un cambio de rumbo en la organización del sector privado.
Sin embargo, hay problemas por delante. La confianza de los trabajadores para luchar por un salario más alto o para organizarse se ve reforzada por un mercado laboral ajustado. La tasa de desempleo del 5,3% en marzo es la más baja registrada desde que Statistics Canada comenzó a registrarla en 1976. Pero con la inflación en su nivel más alto en casi cuarenta años, se pide al Banco de Canadá que suba los tipos de interés por encima del 3%, desde el 1,5% actual. Esto no sólo amenazará a los trabajadores con el desempleo, sino que también ejercerá más presión sobre los que están muy endeudados para que no den un golpe de timón en sus lugares de trabajo.
Los trabajadores de Canadá disfrutaron de algunas ganancias salariales durante la pandemia del COVID-19, pero antes de la operación militar rusa en Ucrania. Estas ganancias van ahora por detrás de la tasa de inflación, de la que, a pesar de lo que dicen algunos economistas, las ganancias salariales tienen poca responsabilidad. La inflación actual no tiene casi ninguna relación con los salarios y los costes laborales: es el resultado de la inflación de los precios de los beneficios, no de la inflación de los precios de los salarios.
La Alianza de los Servicios Públicos de Canadá (PSAC), que representa a los trabajadores del sector público federal, ha intentado conseguir un aumento salarial del 4,5% anual durante tres años en sus actuales negociaciones. El gobierno federal se ha resistido a esta demanda y las dos partes están en un punto muerto. El hecho de que los trabajadores del sector público federal consigan un aumento salarial importante repercutiría en toda la economía canadiense para los trabajadores. Sin embargo, conseguir esos aumentos salariales es más difícil que negociar.
A principios de la década de 1980, para controlar la inflación y el déficit presupuestario, el gobierno federal, dirigido por Pierre Trudeau, legisló acuerdos salariales que socavaron por completo el proceso de libre negociación colectiva de los trabajadores del sector público. Desde entonces, los gobiernos canadienses, tanto a nivel federal como provincial, han seguido aplicando dicha legislación. La justificación es siempre la misma: la amenaza de una crisis económica inminente, incluso en circunstancias económicas mucho menos adversas. El uso continuado de este tipo de legislación llevó a Leo Panitch y Donald Swartz a acuñar el término excepcionalismo permanente.
A pesar de las sentencias favorables del Tribunal Supremo de Canadá que reconocen el derecho a la libre negociación colectiva, los gobiernos siguen aprobando este tipo de acuerdos salariales. Las impugnaciones de estos acuerdos suelen tardar años en llegar a los tribunales.
El proyecto de ley 124 se convirtió recientemente en un tema electoral en Ontario porque limita los aumentos salariales de los empleados del sector público provincial a sólo un 1% anual. Este límite se mantuvo incluso durante la pandemia, afectando a muchos trabajadores del sector sanitario. Con la inflación en ciernes y la economía canadiense al borde de la recesión, los acuerdos salariales legislados son una amenaza real. La forma más eficaz de contrarrestarlos por parte del movimiento obrero es construir un gran frente -que incluya a personas normales ajenas al movimiento obrero- llamando a la defensa de los servicios públicos.
Para luchar contra lo que parece cada vez más una recesión provocada deliberadamente para disciplinar a los trabajadores, los trabajadores canadienses deben llamar la atención de la opinión pública sobre los enormes beneficios que obtienen las grandes empresas. En el sector del petróleo y el gas de Canadá, los beneficios están aumentando gracias a los altos precios de la energía provocados por la guerra en Ucrania. Hay una presión real sobre los precios de los alimentos debido al conflicto, pero esto debe ponerse en contexto: en 2021, los beneficios de las tiendas de comestibles canadienses alcanzaron los 7.300 millones de dólares en beneficios antes de impuestos, duplicando sus ganancias de 2020. Está claro que las empresas están participando en la especulación de la pandemia. Destacar estas maquinaciones no debería ser demasiado difícil: los canadienses ya desconfían de las grandes tiendas de comestibles después de que un escándalo de fijación de precios del pan en 2018 llegara a los titulares nacionales.
Estos factores pueden crear una apertura para políticas como un impuesto sobre el exceso de beneficios, que el Nuevo Partido Democrático (NDP) está pidiendo. Debido a que Justin Trudeau y los liberales tienen un gobierno en minoría, confían en que el NDP les permita terminar su mandato, que termina en 2025. Si el NDP, como partido socialdemócrata de Canadá, desea reavivar su suerte, debe resistir la presión de responder a los males económicos mediante la ortodoxia y presentar una estrategia alternativa que ponga a los trabajadores en primer lugar. Hay que gravar los beneficios de las grandes empresas para ofrecer algún alivio a los consumidores y proteger los empleos de una recesión iniciada por una subida de los tipos de interés.
El momento actual del movimiento obrero contiene tanto potencial como peligro. Los sindicatos de Canadá están empezando a pasar a la ofensiva, pero el espectro de los años 70 y 80 se cierne sobre ellos. A su favor, los sindicatos canadienses de la década de 1980 adquirieron notoriedad por mantener la línea de las concesiones, mientras que muchos sindicatos de Estados Unidos capitularon. Pero en la década de los 90, la reestructuración neoliberal llegó por fin a Canadá con toda su fuerza, provocando la pérdida de puestos de trabajo en el sector manufacturero y la austeridad. En ese momento, los sindicatos empezaron finalmente a aceptar concesiones en la negociación. Esta historia es importante. Si los sindicatos actúan de forma conciliadora, la inflación y la recesión volverán a provocar pérdidas de empleo y austeridad.
La militancia sindical es necesaria de cara al futuro. La respuesta a este momento actual puede muy bien marcar el futuro del movimiento obrero canadiense.
*Gerard Di Trolio es doctorando en estudios laborales en la Universidad McMaster de Hamilton, Ontario.
FUENTE: Jacobin Mag.