Son pinochetistas no en el sentido del personaje al que le crecía la nariz sino como el ex dictador de Chile. Practican el oficio de mentir recomendado por Goebbels, en el sentido de “miente, miente, que algo queda”.
En la Argentina donde predominan los medios encabezados por el grupo Clarín, no queda algo sino mucho. Son una máquina de repetir imágenes y falsedades las 24 horas y eso penetra las cabezas más duras del analfabetismo político, diría un alemán de los buenos, Bertolt Brecht.
El último ejemplo de ese modus operandi ocurrió esta semana con un avión comercial venezolano de Emtrasur, que antes pertenecía a una firma de Irán. Aterrizó el 6 de junio en Ezeiza con autopartes de la empresa Faurecia, desde México, para la Volkswagen de nuestro país.
Cuando quiso salir de Argentina, la anglo-holandesa Shell se negó a venderle combustible, alegando que podía ser sancionada por Estados Unidos en el marco de las medidas contra Caracas que datan de al menos 9 años atrás. La “nacional y popular” YPF y Axion tampoco quisieron vender ese combustible. El avión voló a Montevideo porque allí se lo iban a proveer, pero no lo dejaron aterrizar porque en el interín, el gobierno de Paraguay -como pantalla de la CIA y el Mossad -, denunció que ese Jumbo podía ser parte de una maniobra de “grupos terroristas” venezolanos e iraníes.
La máquina tuvo que regresar a Ezeiza y quedó varada. Una dura tormenta política lo envolvió, tratando de hacerlo añicos, con Todo Noticias y La Nación+ como punta de lanza de la campaña mentirosa orquestada desde Washington. La misma atrasa varios meses porque desde el inicio de la operación militar especial de Rusia en Ucrania, la administración Biden ha reanudado tratos comerciales de petróleo con Nicolás Maduro.
En la señal de Clarín dijeron barbaridades sobre el avión. Que había entrado sin permiso y en el vuelo había apagado el transporder. Que la tripulación era militar. Que entre los iraníes había miembros de la fuerza Quds, aliados de los “terroristas” de Hizbollah. Que habían fallado los controles del gobierno argentino. Etc.
Luego del toque de Clarinete, hubo tres denuncias penales de Juntos por el Cambio y los círculos sionistas de la DAIA, con el diputado Waldo Wolff a cargo de estos asuntos que interesan al Mossad. El juez Federico Villena ordenó inspeccionar la carga, detener el avión, allanar el hotel donde paraba la tripulación, retener los pasaportes y secuestrar sus celulares y computadoras.
Así se revivió una de las más grandes mentiras de la coalición macrista-sionista-estadounidense. La que en 2015 acusó del suicidio del fiscal Alberto Nisman a un fantasmagórico comando iraní-cubano-venezolano que no se sabe cómo entró al departamento del corrupto funcionario, lo mató y se evaporó por arte de magia.
Agustín Rossi, de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) dijo que no hubo nada irregular en este vuelo. Y en el mismo sentido se expresó Gabriela Logatto, titular de la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA): “fue una operación totalmente normal. El avión jamás apagó el transporder, o sea que siempre pudo ser identificado por nuestros radares”.
Lo lógico es que el Jumbo salga en los próximos días. El daño ya está hecho, afectando las buenas relaciones con dos países independientes y tercermundistas como Venezuela e Irán. Los medios monopólicos ya estarán inventando alguna otra historia falsa para perjudicar a este gobierno y ayudar al retorno de la derecha que viene tocando a degüello.
ESTAS NO SON MENTIRAS
Otras cosas que agita la oposición neoliberal no son mentiras, o parten de datos objetivos, que obvio manipulan en dirección político-electoral.
Por ejemplo, la alta inflación no es un invento de JxC sino una lamentable realidad, que el INDEC cuantificó en 5,1 por ciento de aumento en mayo. En los primeros cinco meses los precios acumularon una suba de 29,3 por ciento. Se cree que junio el registro no bajará de 5, porque a las manipulaciones de los formadores de precios (léase monopolios) se añadirán los impactos de las subas en las tarifas de la luz y el gas, del 17 y 20 por ciento respectivamente, que se aplicarán en junio.
La inflación interanual ya es del 60,4, la más alta desde 1992, y pinta que para el total del año en curso andará en el 70 por ciento, con lo que se batirían otros tristes récords.
Luis D’Elía, cándido, bate el parche entusiasmado con las promesas de Martín Guzmán, de la baja mes a mes del fenómeno inflacionario con un optimismo a lo Pangloss, pero la mayoría es escéptica. Usa su cerebro y también otro órgano muy sensible, su bolsillo-estómago, pues el precio de los alimentos sigue empinado.
Incluso periodistas afines al gobierno, reflexivos luego de varios choques de sus predicciones oficialistas contra la realidad, admiten que los Precios Regulados aumentan sin oficialización del Estado. Y que los Precios Cuidados tienen faltante de muchos productos y reemplazos por otros más caros de las mismas empresas.
El fracaso del gobierno en la “guerra declarada contra la inflación” (payasada del presidente Alberto Fernández el 15 de marzo) tiene una base: equivoca el diagnóstico y luego el remedio. Tras el etiquetado de un “fenómeno multicausal”, niega que la causa fundamental de la inflación en nuestro país es el dominio de los monopolios que fijan precios y amplios márgenes de ganancias. ¿Quién va a discutirle a La Anónima el precio en una góndola, acaso COTO? No, porque son socios-competidores. ¿Quién lo hará con Ledesma en el azúcar, Molinos en fideos, Aceitera General Deheza en el aceite y Arcor en golosinas?
Ese grupete de la Unión Industrial “Argentina”, la COPAL de alimentos y la Asamblea Empresaria “Argentina”, remarca casi a diario y a voluntad, como admitió Federico Braun (La Anónima) en la AEA.
Y mucho más lo hacen con el aumento de precios internacionales y un dólar blue que superó los 220 pesos. Esos tiburones huelen sangre y están mordiendo sin piedad al casi 50 por ciento de los argentinos que nadan en la pobreza. El gobierno de Alverso no se atreve siquiera a poner más retenciones a las exportaciones de granos, para desacoplar, aunque sea un poco los precios internos. No lo hace por ley ni por decreto, pese a que hay tantos argumentos legales para proceder por esta vía del Ejecutivo.
En inflación y en general la economía, la oposición de derecha no miente en los datos. Sí lo hace en política, de un modo doble. Por una parte, oculta su responsabilidad en el endeudamiento y pérdidas del PBI en el cuatrienio macrista. Y por la otra pone cierto velo mediático a su alianza con los empresarios monopolistas, culpables de los males de ayer y hoy, con los que prepara una alianza para volver al gobierno en 2023 y dejar la tierra arrasada.
BRUTAL AJUSTE O SOLUCIÓN POPULAR
Aun las que el gobierno trata de presentar como buenas noticias, no lo son o dejan mucho que desear. Por ejemplo, dicen que la inflación de mayo fue del 5,1 por ciento, bajando 0,9 respecto a abril. Pero en junio volverá a ser el 5, con lo que no habrá baja.
También propagandizó que la paritaria docente firmó un aumento del 60 por ciento, pero no se aclara que en cuatro cuotas y recién en diciembre el salario inicial de un docente será de 68.400 pesos. Ahora la Canasta Básica Total para una familia tipo es de 99.653 pesos.
Estas son las cuestiones de fondo que explican las constantes marchas de movimientos sociales y piqueteros, algo que los medios monopólicos muestran al sólo efecto de debilitar más al actual gobierno y demonizar a los humildes e indigentes. El 13 de junio se reunieron en el Obelisco y decidieron profundizar su plan de lucha reclamando Trabajo y Salarios, contra la Pobreza y el Hambre.
Los oficialistas con la mentalidad simplona de D’Elía adjudican aquellas movilizaciones a meros planteos políticos del Polo Obrero y los 200.000 planes que manejaría. Una pizca de verdad en una gran mentira. El descontento social es oceánico y sus olas de gente se mueven por razones valederas.
Las recetas del FDT no dan respuesta a tales demandas, sobre todo luego de su acuerdo con el FMI para renegociar la deuda infame contraída por Macri. Por eso se limita a parches, dar unos bonos o adelantar cuotas del salario mínimo, los Potenciar Trabajo y la Tarjeta Alimentar.
La crisis va cobrando más temperatura. Argentina ya es un volcán en erupción, por ahora sin que la lava hirviente haya bajado por la loma.
Ese clima político y económico perjudica las chances del peronismo, de cara al comicio de 2023.
Y en principio abre las puertas a la propuesta de la derechista Juntos por el Cambio, que empieza a hablar más claro de sus propuestas criminales: derogar las conquistas sociales, reformas laboral y previsional, quita de planes sociales y profundización del ajuste con el FMI.
Macri y Patricia Bullrich son los rostros de esa receta, con Javier Milei como aliado directo o indirecto, y con el aval de los círculos monopolistas jugados a fondo con su revancha patronal, entre ellos Rocca, Magneto, Pagani, Braun, Funes de Rioja, Rattazzi, etc.
La tardía idea de un impuesto a las rentas inesperadas muestra esa convergencia entre el macrismo y el mundillo empresarial que se opone a pagar, aunque sólo afecte al 1 por ciento de las empresas.
Eso demuestra que la crisis argentina demanda una solución popular a fondo, política, que venga por izquierda y se base en la lucha de los trabajadores y amplios sectores populares, las Pymes y una parte de la burguesía nacional.
No son propuestas inalcanzables. Un gran paso sería la anulación del privatista decreto 949/20 que mantendrá en manos privadas y extranjeras el control de puertos y comercio exterior por nuestro río Paraná. Si a 176 años de la batalla de Punta Quebracho contra la flota anglo-francesa sobre el Paraná no somos capaces de nacionalizar ese comercio y puertos hoy en manos de Cargill y otras multis, entonces querría decir que no somos hijos de esta Patria sino cómplices de aquellos invasores.
Notas:
*Periodista y referente del Partido de la Liberación de Argentina.
Fuente: Colaboración