Alemania va en busca de nuevos mercados o “socios” que reemplacen las producciones de materias primas y/o servicios que la guerra pone en peligro, léase fuentes energéticas (gas, petróleo, carbón) tan necesarias para mover la maquinaria industrial alemana que la ha posicionado como potencia mundial y que es la base de su economía.
En este sentido es que la gira de tres días de Olaf Scholz por África, donde visitó Senegal, Níger y Sudáfrica, cobra relevancia, sobre todo teniendo en cuenta que cosas, acuerdos y urgencias están en juego y que soluciones se pueden encontrar en suelo africano de cara a un futuro (cada vez más cercano) de crisis energética para Europa.
El cierre y suspensión del gasoducto Nord Stream II, por parte del gobierno alemán, en febrero, último cuando la guerra aún no había comenzado, (pero el conflicto en Donetsk y Lugansk calentaba el mapa geopolítico en el este europeo) puso en alerta al resto de la Unión Europa. Una jugada riesgosa, que por presiones externas, tomaba Alemania sin tener un horizonte de guerra en el camino.
A esto se suma que Rusia sigue respondiendo a las sanciones de Occidente con cortes de suministro energético a los países del centro de Europa. Gazprom ya anunció que dejará de usar el gasoducto Yamal-Europa que pasa por Polonia, un ramal clave en el suministro de gas en el caso de que se cierre definitivamente el grifo por la vía ucraniana. La decisión lleva la firma explícita del Kremlin, según apuntó Gazprom en un comunicado.
La decisión del gobierno de Vladímir Putin prohíbe a Gazprom cooperar con EuRoPol GAZ, la compañía propietaria de la sección polaca del oleoducto. El corte se enmarca en un nuevo paquete de sanciones rusas contra 31 empresas de la Unión Europea, Estados Unidos y Singapur en respuesta a las sanciones occidentales.
EE.UU, sanciones y ¿un tiro por la culata?
El interés estadounidense en que la suspensión del proyecto Nord Stream II se llevara a cabo lo antes posible y de esa manera cercar económicamente a Rusia, hoy puede jugarle en contra en tanto la guerra se siga extendiendo.
Si bien siempre fue parte de la agenda Biden, el peso y liderazgo político de Ángela Merkel, hacia el interior de la comunidad europea, tanto como en la misma Alemania, opuso resistencia a los embates norteamericanos. La relación de la canciller alemana con Vladimir Putin, los acuerdos económicos bilaterales y la defensa de los interese alemanes y europeos nunca se pusieron en juego a pesar de las presiones externas mientras Merkel se mantuvo como la líder indiscutida de la UE.
Los argumentos de dependencia energética exclusiva europea con Rusia, que esgrimía EE.UU, y con ello el peligro inminente de una dependencia política y económica se hacían trizas contra las palabras y las acciones de Merkel, que enfatizaba que aquellos acuerdos solo eran económicos y no políticos, poniendo así un pie en el freno a los embates norteamericanos.
Scholz y su paso por África
El canciller de Alemania, Olaf Scholz, quien sucedió a Angela Merkel en el gobierno alemán, ha cambiado el paradigma de las relaciones internacionales del país teutón. Es cierto que el contexto global mundial quizás lo haya obligado a ciertas decisiones que, en principio, van en contra de la dirección que había tomado su antecesora, quién luego de 16 años al frente del gobierno la ubicaron como una estadista de fuste, además de liderar las políticas de la Unión Europea.
El cambio de gobierno continuó el camino trazado en la relación de Alemania con el continente africano, donde Merkel conservaba cierta popularidad, sobre todo por estar más abierta a recibir desplazados y refugiados a diferencia de muchos países socios de la UE. También había presentado el Pacto del G20 con África, que se centró en impulsar la inversión extranjera en el continente.
Quizá por eso Scholz no tardó en pisar suelo africano para confirmar que esas relaciones no cambiarían.
Después de asumir el cargo, Merkel tardó más de dos años en hacerlo llegar a África, Scholz lo hizo en menos de cinco meses. Que su primera gira por el extranjero fuera a África, en lugar de Asia o América Latina, no pasó desapercibido. Es evidente que el contexto quizás apresuró la visita.
Scholz visitó Senegal, Níger y Sudáfrica. Esta mini gira, no por los objetivos perseguidos sino solo por su extensión, fue cuidadosamente orquestada. La energía, la seguridad regional y los negocios encabezaron la agenda, y la guerra en Ucrania. En este último punto hay un cierto grado de ambigüedad que pone en evidencia la necesidad alemana. La Unión Africana mantiene una posición neutral frente a la guerra, a Alemania (y Occidente) le complacería más una postura más cercana a los intereses de la OTAN.
En Senegal se reunió con el presidente Macky Sall, actual presidente de la Unión Africana. El país de África Occidental es un confiable aliado, además de ser un incondicional democrático. Scholz invitó a Sall a la Cumbre del G7 de este año, que Alemania organizará en Schloss Elmau en Baviera a finales de este mes. La visita del presidente de la Unión Africana a Vladimir Putin, unos días después quizás llevaba un mensaje alemán entre los reclamos africanos.
Alemania, que claramente busca fuentes de gas alternativas mientras ella y el resto de Europa intentan dejar de depender del gas ruso, esperaba unirse a Senegal en un proyecto de extracción de gas cerca de la frontera con Mauritania. Los dos líderes también discutieron la iniciativa “Compact with Africa” de Alemania.
En Níger, la seguridad fue el tema principal de sus conversaciones con el presidente Mohamed Bazoum. Al igual que otras potencias europeas, Alemania está dando apoyo militar a Niger en su lucha contra el terrorismo. El apoyo alemán se da en un momento complejo para el Sahel. La expulsión de las fuerzas francesas de Malí, puede ser una oportunidad para ganar alguna posición en un ex terreno de la Francia colonial.
Melanie Müller, la investigadora del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad de Berlín, dijo que el Parlamento de Alemania había ampliado el papel del país en dos misiones en el Sahel hasta el 31 de mayo de 2023. Se trata de la Misión de Estabilización Integrada Multidimensional de las Naciones Unidas en Malí y la Misión de Formación de la Unión Europea.
El enfoque de Scholz en Sudáfrica pasó más por los negocios que mantienen ambos países. Alemania ha sido un importante inversor en el país durante muchas décadas, con unas 600 empresas operando allí ahora. Scholz se unió a la celebración del 70° aniversario de la Cámara de Comercio e Industria del Sur de África y Alemania.
El canciller alemán y Ramaphosa también hablaron sobre energía, incluidos los 8.500 millones de dólares que Alemania, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la Unión Europea están proporcionando a Sudáfrica para impulsar su Transición Energética Justa.
Llamativamente, Scholz le dijo a Ramaphosa que Alemania compraría más carbón sudafricano. Esto ayudaría a reemplazar el carbón ruso que los países de la UE dejarían de comprar como parte de un embargo energético provocado por la incursión rusa en Ucrania. Además Scholz visitó la empresa paraestatal de energía Sasol, a la que Alemania está ayudando a producir hidrógeno verde.
La guerra y el cambio de paradigma alemán
Algunos comentaristas han elogiado a Scholz por tomarse un descanso de la mayor crisis interna de Europa, la guerra de Rusia contra Ucrania, para visitar África. Pero, ¿quizás Ucrania fue el tema principal real, no del todo oculto, de la agenda de la gira por África?
Hasta el 24 de febrero, cuando los tanques rusos entraron en Ucrania, Alemania era la principal nación europea más inclinada a apaciguar a Rusia. Esto se debió a su gran dependencia del gas ruso, su relativa proximidad y su pacifismo posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Pero Scholz ha experimentado una transformación radical desde el 24 de febrero. Pasó de solo ofrecer cascos a Ucrania ante la posibilidad de un ataque ruso a proporcionar armas pesadas a Ucrania. Además de la mencionada suspensión el gasoducto Nord Stream II desde Rusia. También se ha unido al resto de Europa para eliminar gradualmente todas las importaciones de energía rusas e imponer otras sanciones. Así que Alemania se ve repentinamente obligada a buscar fuentes de energía alternativas, y África se encuentra entre ellas.
Acuerdos sí, pero no en todos los temas
Scholz y Ramaphosa estuvieron de acuerdo en muchos proyectos, pero eso no significa que estuvieran de acuerdo con Ucrania. Alemania cree que la postura de «no alineados» de Sudáfrica en la guerra es una anomalía y un anacronismo frente a tal agresión. Sin embargo, sirve a los intereses de ambos países para mantener y fortalecer su importante relación. Esta es la posición de todos los socios occidentales de Sudáfrica.
Scholz también escuchó de Macky Sall no querer estar alineados en este conflicto con los mandatos pro OTAN y que la UA solo quiere la paz. Scholz le dijo al presidente de Senegal que buscaría restaurar las exportaciones de granos de Europa afectada por el bloqueo de Rusia al puerto de Odessa en Ucrania. La respuesta africana fue que el presidente de la UA y el presidente de la Comisión de la Unión Africana (UA), Moussa Faki Mahamat, se reunirían con el presidente ruso para abordar el conflicto e instar al levantamiento del bloqueo. Cosa que luego sucedió y terminó de confirmar el compromiso de Putin para liberar los granos del puerto de Odessa.
Que Scholz haya invitado a Ramaphosa y Sall a la Cumbre del G7 sugiere que sus posiciones en Ucrania no son un factor decisivo para Alemania. Pero a Scholz también le gustaría que ambos fueran audiencias cautivas en el Schloss Elmau cuando los líderes del G7 se reúnan este mes. Sin duda, los dos líderes africanos serán interrogados sobre sus posiciones y, con suerte, persuadidos para firmar una declaración en la cumbre condenando la agresión de Rusia.
Un punto a tener en cuenta en la visita del canciller alemán es que para África, la importancia de Alemania palidece en comparación con China, Rusia, India y otros países. Pero esto a Scholz no le quitó la esperanza de poder llevar adelante su agenda, la que básicamente habría cumplido en su misión por África. Claro que no se puede soslayar el papel como fuente alternativa de energía que hoy representa el continente africano, además de ser un mercado prometedor, donde la importancia de África para Alemania está creciendo.
Scholz claramente necesita establecer una estrategia africana coherente. La necesidad de hallar fuentes de energía que reemplacen a las rusas, es imperiosa y por ende las jugadas que se realicen llevan una importancia superlativa. Si bien el invierno europeo aún está lejano, la industria alemana, fuente de riqueza y poder, que lo han posicionado siempre como una gran potencia mundial hoy se ve peligrar. África es un horizonte posible para continuar siéndolo.
*Beto Cremonte es periodista, Comunicador Social y docente en la Facultad de Comunicación Social de La Plata (U.N.L.P), estudiante avanzado de la Tecnicatura Universitaria en Comunicación Pública y Política de la Universidad Nacional de La Plata (U.N.L.P)