Dakar fue durante gran parte del siglo XX la capital del África Occidental francesa. Era un hervidero de actividad política y económica y, por lo tanto, un foco de atracción de jóvenes que querían ganarse la vida. Una de estas jóvenes fue Aline Sitoé Diatta, una veinteañera procedente de Kabrousse, un pueblo costero en la frontera con los territorios portugueses de la actual Guinea Bissau. Aline Sitoé trabajaba como empleada doméstica cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, nadie podía adivinar que esa chica, aquejada de una parálisis parcial desde pequeña, iba a convertirse en una trágica heroína.
El effort de guerre y vuelta a casa
La región del sur de Senegal de donde procedía Aline Sitoé, situada entre Gambia y Guinea Bissau se llama Casamance. Allí, la guerra tuvo un impacto inmediato. Los franceses iniciaron reclutamientos forzados y requisiciones de ganado y arroz. Estas exigencias generaron un gran descontento entre la población, que empezó a desarrollar diversas estrategias para combatirlas. Por ejemplo, los jóvenes huían a los bosques para escapar de las misiones de reclutamiento. En ocasiones incluso cruzaban las fronteras coloniales para refugiarse en territorios británicos o portugueses. El ganado y las reservas de arroz se escondían para engañar a quienes elaboraban los censos con el objetivo de reducir así la cantidad que los franceses exigían a cada familia. Además, para agravar la situación, este effort de guerre llegó tras dos años de sequías.
En ese contexto, alejada de su pueblo, la joven Aline Sitoé tuvo una visión de Emitai, el dios de la religión tradicional diola. Emitai le transmitió un mensaje y le otorgó una misión: recuperar la lluvia a través de nuevos rituales. Así, convertida en una especie de profetisa y convencida de su rol como transmisora de la palabra de dios, Aline Sitoé volvió a Kabrousse en mayo de 1942. Sus primeras acciones tuvieron que ver con un altar dedicado a las lluvias. Y poco después de su llegada, las lluvias volvieron a Casamance. Este éxito temprano atrajo la atención de la población y Kabrousse empezó a recibir delegaciones de la mayoría de pueblos de Casamance, incluso de Gambia y de Guinea portuguesa. Aline Sitoé les daba instrucciones precisas para instalar el altar en sus localidades y sobre cómo realizar las ceremonias de invocación de las lluvias. Instrucciones tan precisas que siguen siendo recordadas hoy en día.
Pero Aline Sitoé no sólo se ocupó de las lluvias, sino que también criticó las políticas agrarias coloniales, en las que se imponía el cultivo del cacahuete y de variedades extranjeras de arroz en detrimento de los productos locales. Impulsó el cultivo de variedades locales de arroz y prohibió el uso de productos extranjeros en las ceremonias del altar de la lluvia. Pronto, los oficiales franceses empezaron a sospechar de ella.
La administración colonial contra Aline Sitoé
Al principio, a la administración le preocupaba el abatimiento masivo de bueyes negros que comportaba el ritual de la lluvia, así como la insistencia de Alin Sitoé en que la gente debía trabajar cinco días y descansar otro, tal y como marcaba la tradición. Pero este día de descanso era interpretado por la administración como una invitación a la pereza. En el informe político anual se añadió un capítulo en el que se detallaba la actividad de Aline Sitoé y se expresaba preocupación por su creciente influencia. Una influencia que, según los franceses, estaba afectando a la acción administrativa. Durante todo el período colonial fue habitual que las autoridades francesas señalaran a mujeres como instigadores de intrigas en su contra. De hecho, la administración empezó a atribuir a la profetisa todas las dificultades a las que se enfrentaba en la región: ella ordenaba a la gente que no obedecieran a los blancos, que no se dieran hombres para el reclutamiento militar, que no se diera arroz en las requisiciones y que no se hicieran trabajos en las carreteras para evitar que los franceses controlaran lo que ocurría en la región. De hecho, hubo pueblos que se negaron a dar su arroz afirmando que antes se lo darían a Aline Sitoé, que había conseguido terminar con la sequía. Y los franceses respondieron multando a todos los pueblos en los que se realizaban las ceremonias introducidas por ella.
La resistencia y la agitación fue creciendo en la región hasta que la administración decidió dar un golpe en la mesa. El 29 de enero de 1943, Aline Sitoé fue arrestada junto a diecisiete de sus seguidores. Unos meses después fue condenada a diez años de prisión en Kayes, en el norte de Senegal, pero fue desplazada a un campo de internamiento en Tombuctú (actual Mali). Esta detención y deportación debía servir, a ojos de la administración, para dar una lección a quienes contradecían al estado colonial en Casamance.
En 1944, se declaró un declive del 45% en las lluvias de ese año y volvieron a expandirse los rituales para conseguir lluvia. En 1945, las lluvias fueron incluso menos frecuentes y la población asumió la idea de que el arresto de Aline Sitoé había causado la carencia de lluvias. En un corto período después de su arresto, otras cinco mujeres declararon ser enviadas de Emitai para continuar el trabajo de Aline Sitoé.
El nacimiento de un símbolo
El destino de Aline Sitoé fue desconocido durante cuatro décadas. Nadie sabía dónde estaba ni qué había ocurrido con ella. En 1982 se inició una rebelión en Casamance contra el estado senegalés. Aline Sitoé fue entonces reivindicada como la Juana de Arco de Casamance, como una resistente capaz de unir a toda la región contra fuerzas extranjeras. El gobierno senegalés liderado por Abdou Diouf impulsó entonces una investigación sobre el paradero de Aline Sitoé que dio como resultado una funesta noticia: Aline Sitoé murió en Tombuctú en 1944. La supuesta causa de su muerte era el escorbuto, lo que sugiere que sufrió una importante privación de alimento durante su encierro.
Desde ese momento, tanto el gobierno senegalés como los rebeldes independentistas utilizaron la figura de Aline Sitoé con fines políticos atribuyéndole el estatus de heroína nacional (para el gobierno, heroína senegalesa; para los rebeldes, heroína de Casamance).
En 2008, el nuevo barco que debía unir el norte y el sur de Senegal fue bautizado como Aline Sitoé Diatta. Hoy en día sigue en funcionamiento y es el principal enlace entre Casamance y el resto del país. Centenares de personas suben a bordo del Aline Sitoé cada semana y el nombre de la profetisa surca las costas senegalesas y el río Casamance, la región de la que fue deportada en 1943.
De este modo, el recuerdo de Aline Sitoé Diatta está más presente que nunca en Senegal. Es una heroína de la resistencia. Pero esa es una dimensión que la historia y la memoria colectiva le han atribuido, ya que ella no se veía de tal modo, sino que se consideraba una mera enviada de Emitai. A pesar de esto, Aline Sitoé plantó una semilla que germinó cuando se culminó la descolonización, no tanto por sus acciones, sino por su impacto simbólico. Y es que hoy Aline Sitoé es eso: un símbolo de la resistencia. Del orgullo cultural. Y de las luchas de tantas mujeres contra la colonización.
*Eric García Moral es Graduado en Historia (UB) y máster en Historia del Mundo (UPF). En la actualidad es investigador de la UPF, donde está finalizando su tesis doctoral sobre las jefaturas coloniales en la Baja Casamance (Senegal)
Artículo publicado en Africa eye, editado por el equipo de PIA Global