En un caluroso mediodía argentino, como para ambientar aún más la comunicación con la ciudad de Bojador, en los territorios ocupados por Marruecos en el Sáhara Occidental, nos prestamos a entablar una entrevista con Sultana Kahya, quien permanece cautiva de forma arbitraria e ilegal por el ocupante régimen marroquí. En su casa, a la que ella denomina como “la cárcel oscura”, Sultana, su hermana Luaara y la madre de ambas de 84 años, resisten los embates violentos de las fuerzas parapoliciales o paramilitares que custodian y asedian el lugar.
La comunicación es posible gracias a la participación, a modo de traductor, de Mohamed Alí Alí Salem, el representante del Frente Polisario en Argentina.
Sultana habla el idioma nativo saharaui, un derivado del árabe, llamado “hasanía”, aunque previamente pudimos cruzar un saludo y algunas palabras en un buen castellano, la entrevista fue en su dialecto originario.
Desde el 19 noviembre de 2020 Sultana y su familia son acosadas permanentemente por miembros de fuerzas marroquíes, que entran a la casa “roban y rompen todo a su paso”, además de golpear, torturar y violar sistemáticamente a Sultana. Ella no tiene miedo a morir sin embargo sufre por su madre y hermana. Desde esta prisión reclama a los organismos internacionales por su libertad y por el fin de este calvario, sin embargo su lucha está muy lejos de ser individualista. “no es una lucha de más de un año, es una lucha que ya lleva 45 años” dice refiriéndose a la causa del pueblo saharaui.
Sultana, que en diferentes oportunidades y a modo de prueba de vida y resistencia sube a su tejado a flamear con valentía y orgullo la bandera saharaui, reconoce en ese acto, una enorme señal de rebeldía ante el opresor sin temer a las represalias, que sin dudas llegan más temprano que tarde y sin ningún tipo de miramientos y cargados de extrema violencia.
Sultana Khaya volvió a su tierra tras pasar un tiempo en España por motivos médicos. Llegó solo unos días después de que se quebrantara el alto el fuego y a poco de llegar, fue detenida por las autoridades marroquíes. Desde entonces, tanto ella como su familia permanecen encerradas, aisladas, en su propia casa, sin poder contactar con ningún saharaui. «Vivo en una prisión, de forma ilegalmente detenida», se lamenta. Pero el no poder pedir auxilio en el exterior, creó sus propias armas de denuncia desde el exterior. Fue así como comenzó a grabar en vídeo y con fotografías lo que estaba viviendo entre sus muros.
Gracias a su testimonio, varias organizaciones y asociaciones se han hecho eco de la causa y han puesto en marcha una campaña de recogida de firmas de un manifiesto para remitirlo a la ONU. También el Parlamento Europeo, la Cruz Roja Internacional, Amnistía Internacional y el Parlamento Español procuran acciones para salvar la vida de la activista y de su familia. En dicho manifiesto recogen el día a día al que se han visto sometidas durante un año.
El reclamo y defensa de los derechos saharauis, los mismos que la mantienen encerrada hoy, son los mismos que en una marcha en favor de la autodeterminación y tras los golpes recibidos por la policía le han hecho perder un ojo.
Los Derechos Humanos, los mismos que de un lado o del otro, se defienden o se violan, en el caso de Sultana son bandera de lucha de los que creemos en la libertad y derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, desde esa convicción es que plantamos bandera y propiciamos la visibilización de esta causa, por ejemplo a través de esta entrevista.
*Beto Cremonte es periodista, Comunicador Social y docente en la Facultad de Comunicación Social de La Plata (U.N.L.P), estudiante avanzado de la Tecnicatura Universitaria en Comunicación Pública y Política de la Universidad Nacional de La Plata (U.N.L.P)