Todos observan la situación alemana y se preguntan sobre el futuro inmediato; varios, operan aceleradamente para meter en caja a la mayor economía de la Unión Europea (UE) y la cuarta del mundo, después de EE. UU., China y Japón. El socialdemócrata Olaf Scholz fue elegido hoy canciller federal por el Parlamento alemán, donde su partido y sus futuros aliados de gobierno, los Verdes y el Partido Liberal, tienen la mayoría.
En base al esquema indirecto que caracteriza la institucionalidad germana, el nuevo jefe de Estado logró 395 votos, frente a 303 en contra y 6 abstenciones. Su alianza suma en el Bundestag 416 escaños del total de 736. El rasgo central de la jornada fue la extensa y sentida ovación recibida por la saliente Angela Merkel, tras 16 años de gestión. Scholz fue parte de su gabinete, como vicecanciller y ministro de Finanzas de su última gran coalición.
Los medios internacionales, con escasas excepciones, efectuaron una cobertura con apariencia sobria pero bien regada por apelativos intencionados. Retomaron la caracterización de “conservadora” para Merkel pese a que su liderazgo arrancó con una postura que merecía ese mote, pero luego se orientó hacia una acción antimonopólica, distributiva, industrialista e independiente en materia de vínculos externos. Evitaron exponer el desarrollo económico teutón y deslizaron que la nueva etapa puede mejorar los vínculos con la UE, a la cual identificaron como “progresista”.
La sesión de investidura se produjo tras la firma del pacto de coalición entre las tres formaciones que conforman el nuevo gobierno. En los días precedentes todas ratificaron por separado el acuerdo negociado entre sus cúpulas. El nuevo armado es realzado positivamente por la presencia de funcionarias en varias carteras. Pero si de conservatismo hablamos, resulta pertinente indicar que descuella la presencia del liberal Christian Lindner –globalista, fiscalista y de buen vínculo con los grandes bancos- en el Ministerio de Finanzas.
Los interrogantes tienen explicación. Ese espacio influyente en la política económica fue ocupado por el flamante canciller durante el gobierno de Merkel. En sintonía con los lineamientos marcados por la referente, aplicó políticas de ampliación del consumo para zanjar la crisis financiera, estableció vínculos sólidos con Rusia para la provisión de gas y contribuyó a configurar a China como la nación con mayor intercambio comercial. ¿Sholtz admitirá una reversión de esas acciones que derivaron en el éxito de la administración previa?
Al referirnos a la cartera de Finanzas decimos influyente y no determinante porque el gran rumbo lo define el Canciller. Otras preguntas que atraviesan el presente en proyección se basan en esa realidad, pues la tripartición política contiene, también, distintas concepciones y variados intereses. Hay asuntos esenciales que resolver y las plataformas de los coaligados poseen diferencias de fuste que permiten pronosticar ciertas trabas para una gestión armónica.
Por lo pronto, el nuevo canciller arriba con una fuerte carga de críticas surgidas del poder europeo y sus medios, que no vacilaron en caracterizarlo como “populista”. Usufructuó ese rechazo durante la campaña electoral, para mostrarse continuidad de su predecesora. Aunque Lindner es considerado un halcón del neoliberalismo, no resultará fácil retraer los volúmenes que brindan a la economía germana esos tres elementos marcados. En el consumo interno potenciador de las pymes que sostienen el esquema productivo local y las exportaciones que garantiza el coloso asiático, se registran las claves del desarrollo. En cuanto a Rusia, cuando el invierno pega fuerte, Nord Stream y Gazprom pasan a formar parte del abrigo cotidiano.
La intención de relevar los vínculos externos y de atenuar los lineamientos que brindaron plafond a la popularidad de la democristiana exigiría, al menos, una gigantesca dosis de inversiones y una provisión energética que ni los europeos ni los norteamericanos parecen en condiciones de ofrecer. El dilema, por tanto, no radica en los preceptos ideológicos de la nueva gestión sino en los recursos disponibles para adoptar tal o cual sendero.
Al Partido Socialdemócrata (SPD), la fuerza más votada en las elecciones generales del pasado septiembre con un 25,7 por ciento, le corresponden siete ministerios, además de la Cancillería. Los Verdes, que obtuvieron un 14,8 por ciento, tendrán cinco carteras, entre ellas el superministerio de Economía y Clima, para su co-presidente Robert Habeck, que además será el vicecanciller, mientras que su co-presidenta, Annalena Baerbock, ocupará Asuntos Exteriores. El FPD, con un 11,5 por ciento en los pasados comicios, obtuvo cuatro ministerios; allí cuadra el lugar de Lindner.
La sesión parlamentaria se abrió directamente con la votación, tras un breve saludo de la presidenta de la cámara, la socialdemócrata Bärbel Bas, quien además dio la bienvenida a Merkel, sentada en la tribuna de invitados. Merkel, quien dejó claro que no ocupará ningún nuevo cargo político y no optó tampoco a un escaño como diputada en las generales, fue recibida con una larga ovación por los parlamentarios. Entre los asistentes se observó al ex canciller Gerhard Schröder, antecesor de Merkel y el último socialdemócrata en esa función hasta el arribo de Scholz.
Mientras la pandemia opera como ralentizador del proceso internacional, la Multipolaridad sigue su curso. Alemania, uno de los protagonistas, inicia un tironeo entre el ayer y el mañana.
Notas:
*Director La Señal Medios / Sindical Federal
Fuente: radiografica.org.ar/