Área Árabe Islámica

El Plan de Partición de Palestina cumple 74 años

Por Sayid Marcos Tenório*- El Plan de Partición de 1947 es un punto crucial para entender las constantes agresiones y violaciones de Israel en la actualidad.

El 29 de noviembre marca la fecha en la que, en 1947, la recién creada Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó el Plan de Partición de Palestina y detonó el proceso de la Nakba, palabra árabe que designa la tragedia que siguió, y que continúa hasta hoy. La infame partición convirtió a Palestina en el único Estado destruido con el apoyo de las Naciones Unidas, lo que permitió el surgimiento del «Estado judío», basado en la usurpación del patrimonio nacional de los palestinos.

La codicia por Palestina se plasmó en la política sionista a partir de 1937 y durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los británicos trataron de imponer la creación de un Estado binacional, que fue rechazado por los sionistas. En febrero de 1947, el Imperio Británico transfirió a la ONU la cuestión de Palestina, que había estado bajo su dominio, por mandato de la antigua Sociedad de Naciones desde 1922. La división del territorio en dos estados se convirtió en la solución propuesta por Inglaterra, en la que los intereses de los palestinos quedarían totalmente degradados.

Como consecuencia del agravamiento de las tensiones entre los movimientos nacionalistas árabes y judíos, Gran Bretaña propuso la convocatoria de una Sesión Extraordinaria de la Asamblea General de la ONU, cuyo tema más importante era el fin del mandato británico, exigido tanto por árabes como por judíos, para discutir alternativas políticas a la disputa territorial y recomendar una solución diplomática para su deliberación.

La recomendación a la Asamblea General de formular un plan para la partición de Palestina en dos Estados resultó victoriosa. Los Estados Unidos de América se posicionaron inicialmente en contra de la opción de los dos estados, pero, por puro oportunismo electoral, con el fin de ganar el voto judío para su reelección en 1948, el presidente Harry S. Truman (1945-1953) determinó que el embajador Herschel Johnson anunciara en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que Estados Unidos apoyaba el plan, elaborado por el Comité Especial para Palestina[1].

Con la partición, efectuada mediante la Resolución 181 de la Asamblea General, los judíos, que tenían el 7% del territorio, ahora tienen el 53%. A los palestinos se les asignó el 47% de su territorio histórico, un porcentaje formado por un desierto, tierras pedregosas y colinas infértiles. Además, la deliberación colocó la ciudad santa de Jerusalén bajo el control de la ONU, sustrayéndola al control milenario de los palestinos, cristianos y musulmanes.

Se trataba de una partición injusta en todos los sentidos, ya que en Palestina vivían más de 1,4 millones de musulmanes y cristianos, mientras que la población judía era de 630.000 personas, dos tercios de las cuales eran inmigrantes de Europa Central y Oriental. Gran Bretaña terminó así su mandato con un gran acto de traición a los árabes, por cuyo bienestar y progreso se había comprometido a velar, al abandonar Palestina y entregar el poder en el territorio, incluido el control de sus bases militares en Palestina, a los sionistas.

El Plan de Partición fue una medida ilegal, ya que la ONU no estaba investida de ninguna soberanía sobre Palestina. Además, la Asamblea General no es un órgano de la ONU dotado de una soberanía superior. Esta facultad, en virtud de la Carta de las Naciones Unidas (art. 12)[2], está reservada al Consejo de Seguridad, que tiene la facultad exclusiva de decidir y aplicar.

La ONU no tiene ninguna prerrogativa que le permita dividir un Estado o asignar parte de su territorio a emigrantes de diferentes nacionalidades y concederles derechos territoriales y políticos diferentes de los que se conceden a los habitantes de la tierra palestina.
Con la adopción de la Resolución 181, la ONU convirtió a Palestina en el único Estado destruido para que sobre las ruinas de su territorio y sobre los cadáveres de sus mártires se estableciera un Estado que hoy se sabe monstruoso y cuya creación sigue poniendo a la comunidad de naciones en permanente conflicto y a la paz regional y mundial en peligro.

La ONU, además de dar los medios políticos y el respaldo internacional al proyecto colonial sionista, proporcionó las condiciones para el surgimiento de esta aberración política que pasó a adoptar todo tipo de violaciones, racismo y genocidio en Palestina y en toda la región de Oriente Medio. Aunque la Resolución 181 representó un apoyo al proyecto colonialista de los judíos, aun así, los dirigentes israelíes siguen sin aceptar ni respetar los términos del plan, que preveía la creación de un Estado palestino y la concesión de un estatuto especial a la ciudad santa de Jerusalén.

Tras la partición y la posterior fundación de Israel el 15 de mayo de 1948, las milicias sionistas desencadenaron continuas acciones de ocupación de las tierras y hogares de los palestinos, mediante la aniquilación física y la expulsión de sus propietarios. Los sionistas querían las tierras y los hogares palestinos, pero no querían que los palestinos permanecieran en ellas.

Cuando las fuerzas sionistas completaron la primera fase de la Nakba, el «Estado judío» comprendía el 78% de la Palestina histórica, y sólo quedaba Cisjordania, incluyendo Jerusalén Oriental y la Franja de Gaza, que estaban bajo el control de Jordania y Egipto respectivamente. En la agresión de 1967, Israel avanzó sobre el 22% restante, continuando la colonización iniciada en 1947/1948, cuyo objetivo final es la completa destrucción de Palestina.

El Plan de Partición de 1947 es un punto crucial para entender las constantes agresiones y violaciones de Israel en la actualidad. E incluso sabiendo que resistir la implacable embestida del sionismo tiene un alto coste desde el punto de vista humano, social y económico, el pueblo palestino sigue resistiendo valientemente para proteger su tierra, su historia y su cultura.

El mundo tiene una deuda con el pueblo palestino. El respeto a los derechos y a la justicia exige a la ONU la realización de un Estado palestino plenamente soberano e independiente, con Jerusalén como capital eterna y ecuménica y con el derecho al retorno de los refugiados, la indemnización y la permanencia de todos en la tierra palestina.

*Sayid Marcos Tenorio es historiador y especialista en Relaciones Internacionales. Es vicepresidente del Instituto Brasil-Palestina (Ibraspal) y autor del libro Palestina: del mito de la tierra prometida a la tierra de la resistencia (Anita Garibaldi/Ibraspal, 2019. 412 p). Correo electrónico: sayid.tenorio@gmail.com – Twitter: @HajjSayid

[1]MONIZ BANDEIRA, Luiz Alberto. A segunda guerra fria: geopolítica e dimensão estratégica dos Estados Unidos – Das rebeliões na Eurásia à África do Norte e Oriente Médio. 1. ed. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2013, p. 463.

[2] A íntegra da Carta das Nações Unidas está disponível em: https://brasil.un.org/sites/default/files/2021-08/A-Carta-das-Nacoes-Unidas.pdf. Acesso em: 21 nov. 2021.

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