La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, ha hecho una dura acusación contra Bielorrusia y Rusia, alegando que ambos países están creando un problema de migración en la frontera con Polonia. Su declaración pretende desviar las responsabilidades de la UE, intensificado imprudentemente la confrontación.
En declaraciones a los medios de comunicación después de una reunión en la Casa Blanca con el presidente estadounidense, Úrsula von der Leyen dijo que la cuestión era «proteger nuestras democracias de una «guerra híbrida». Y acusó explícitamente a Bielorrusia de convertir la migración en un arma para desestabilizar a la UE.
Von der Leyen no mencionó a Rusia por su nombre, pero sus comentarios implicaron a Moscú: Rusia, según la UE, estaría en connivencia con su vecino en una “maniobra” que facilita la afluencia de migrantes a Polonia, Lituania y Letonia. Agregó, también, acusaciones no probadas de interferencia electoral y ciberataques atribuidos a Rusia como precedentes de “la actual guerra híbrida».
Otros líderes de la UE han sido aún más provocativos. El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, afirmó que el presidente ruso, Vladimir Putin, estaba «planeando un complot” para inundar la UE de inmigrantes.
Esta afirmación se viene repitiendo desde 2015, cuando más de un millón de refugiados ingresaron a la Unión Europea. En ese momento algunos políticos europeos aseveraron que esas masas de migrantes eran parte de una «guerra híbrida» orquestada por Putin.
Todas estas declaraciones se fundamentan en una irracional rusofobia que no resiste los hechos. Ni entonces, ni ahora.
La raíz del fenómeno de emigración hacia Europa
La mayoría de los refugiados varados en las fronteras de Bielorrusia con Polonia son de Siria, Irak y Afganistán. Esto mismo que ocurrió en 2015. El denominador común es conocido: durante dos décadas, estos tres países han sido sometidos a guerras por parte de Estados Unidos y sus aliados europeos. También, destrucción del Estado de Libia, por parte de la OTAN en 2011, es otra de las causas que han llevado a miles de migrantes a morir en el Mediterráneo tratando de llegar a las costas europeas.
Las declaraciones de la “jefa” de Unión Europea tienen como objetivo distorsionar las causas: alegan que Rusia y Bielorrusia están creando el “problema” cuando en realidad detrás de este drama humano están las guerras imperialistas.
Polonia y la OTAN están desplegando tropas, tanques y barreras con alambre de púas a lo largo de la frontera con Bielorrusia. Esto acción es de facto una renuncia ominosa a las leyes internacionales de asilo y a los supuestos «valores democráticos europeos». Peor todavía, será una autentica vergüenza internacional si Bruselas lleva a cabo sus planes de construir muro contra los inmigrantes, años después de la caída del Muro de Berlín.
La pifia de la Unión Europea es de tal magnitud que el Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, se vio obligado a condenar la respuesta xenófoba y militarizada de la UE a las personas que buscan asilo.
La mano dura mostrada por la UE es tremendamente desproporcionada con respecto a las cifras reales de emigrantes involucrados. Se estima que unos 8.000 han cruzado la frontera bielorrusa hacia la Unión Europea este año.
En 2015, los refugiados que llegaron a Europa fueron alrededor de un millón de personas. Todos provenían de las guerras lideradas por Estados Unidos en el norte de África, Oriente Medio y Asia Central. En ese momento, Polonia y Hungría se negaron a compartir cuotas para re-asentar a los solicitantes de asilo. Alemania asumió el mayor numero de migrantes con la política de “puertas abiertas” de la canciller Ángela Merkel.
La política de Ángela Merkel condujo a tensiones entre las naciones y dentro de los estados miembros de la UE. El auge de los partidos políticos populistas de extrema derecha se debió en gran parte a una percepción xenófoba anti-migrantes.
Ahora, la UE trata de evitar, con altisonantes declaraciones, se repita esa crisis política interna. Por lo tanto, se ha movido rápidamente para convertir a Polonia y los países bálticos en su «línea de defensa». Esto explica la repentina militarización de los controles fronterizos con Bielorrusia.
La UE está implementando otra ronda de sanciones económicas contra Bielorrusia, acusando a su presidente Alexander Lukashenko de gángsterismo y de “trata de personas”. En una imprudente escalada de tensiones Bruselas, también, está estudiando la imposición de sanciones a las aerolíneas rusas por una supuesta connivencia de Moscú con Minsk.
Rusia ha rechazado las acusaciones y dice que la UE debe conversar directamente con Minsk para resolver el asunto. La idea propuesta por el Kremlin es que Bruselas proporcione ayuda financiera a Bielorrusia para implementar un sistema racional de solicitud de asilo y re-asentamiento.
Pero, la cancillería rusa sospecha, con razón, que esto es lo último que quiere hacer la UE. Lo que pretende Bruselas, es impedir cualquier tipo de migración para evitar conflictos políticos internos. Para hacer eso necesita sitiar a Bielorrusia. Este cerco ya está teniendo un impacto perjudicial pues está impidiendo el comercio normal entre Minsk y el resto de Europa.
El problema subyacente es la reiterada política intervencionista de Bruselas en Bielorrusia. Después de la re-elección de Lukashenko la UE se alineó precipitadamente con Estados Unidos al imponer duras sanciones al país, mientras reconocía al candidato opositor como el verdadero ganador.
El gobierno de Bielorrusia dice que no puede alojar a los refugiados en su territorio porque el destino deseado por los emigrantes es la Unión Europea. Y dada la hostilidad de la UE hacia Bielorrusia, es comprensible que Minsk no supervise los controles fronterizos. Es una especie de «jódete» por las injerencias de Bruselas. Sin embargo, esta actitud de los bielorrusos está muy lejos de las acusaciones que están recibiendo de parte de la UE . Von der Leyen ha llegado a mentir descaradamente, y sin ninguna prueba, al afirmar que Minsk está organizando vuelos de refugiados desde países del Oriente Medio. La histeria xenófoba le ha jugado una mala pasada.
Según el derecho internacional, la UE está obligada a recibir a los solicitantes de asilo. Las guerras criminales de Estados Unidos y de los estados europeos han creado millones de personas desplazadas, pero ahora Bruselas está eludiendo sus obligaciones legales sólo para evitar que se repitan las tensiones internas.
Al convertir el drama de los refugiados en un arma política la UE está creando un conflicto innecesario con Bielorrusia y Rusia. Los dos países eslavos no son responsables de este grave problema humanitario, el culpable es la cobardía moral y política de Europa, que no está a la altura de sus responsabilidades y trata de echar la culpa a otros.
*Finian Cunningham, experto en asuntos internacionales.
Artículo publicado en El Observatorio de la Crisis.