El reciente informe de la ONU sobre el cambio climático alerta al mundo de las dramáticas consecuencias para el medio ambiente que la creciente tendencia al calentamiento global de nuestro planeta supone para nuestra supervivencia. Una de estas consecuencias negativas es la que afecta a la salud de las personas, sobre todo en los países en vías de desarrollo que no disponen de los recursos económicos necesarios para hacerles frente.
Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, el año 2020 fue el segundo más caluroso de la Tierra en los últimos 140 años. Además, 19 de los años más cálidos registrados se han producido desde el año 2000. Estas tendencias crecientes de calentamiento global han tenido un impacto considerable en personas de todas las edades.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima en 150.000 las muertes anuales como consecuencia del cambio climático. Entre 2030 y 2050, esta cifra podría ascender a 250.000 muertes adicionales. La mayor parte de esas muertes se deberán al estrés térmico y a la malnutrición, la malaria y las infecciones intestinales y respiratorias, sobre todo en los niños de los países en desarrollo.
El cambio climático repercute negativamente en los determinantes sociales y medioambientales de la salud, como el aire limpio, el agua potable, los alimentos suficientes y la vivienda segura. Los costes directos de las condiciones sanitarias (excluyendo los costes en sectores determinantes para la salud como la agricultura, el agua y el saneamiento) causados o empeorados como consecuencia del cambio climático son considerables. La OMS los estima en 2-4 billones de dólares para 2030.
Es posible que el cambio climático aporte algunos beneficios, como la disminución de las muertes en invierno en algunos climas, así como el aumento de la producción de alimentos en zonas libres de los rigores del frío. Sin embargo, una evaluación de sus consecuencias muestra que la mayoría son negativas.
La OMS informa de que, en todo el mundo, el número de catástrofes naturales relacionadas con el clima se ha triplicado con creces desde la década de 1960. Han provocado más de 60.000 muertes, principalmente en los países en desarrollo. Las catástrofes naturales obligan a las personas a desplazarse, lo que aumenta la probabilidad de que se produzcan efectos negativos para la salud, como trastornos mentales y enfermedades transmisibles.
Las olas de calor, cada vez más frecuentes, aumentan las enfermedades y las hospitalizaciones. El 10 de julio de 2021 se registró en el Valle de la Muerte de California la tercera temperatura más alta medida de forma fiable (129,4º F). Un estudio encargado por la AARP (Asociación Americana de Jubilados) concluye que los ingresos hospitalarios y las visitas a urgencias por insuficiencia renal, infecciones del tracto urinario y otros problemas de salud aumentan significativamente para los adultos mayores durante las olas de calor.
Las temperaturas extremadamente altas aumentan las concentraciones de ozono a nivel del suelo, lo que puede provocar graves enfermedades respiratorias como asma, enfisema y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). El calentamiento global también aumenta el número de enfermedades infecciosas transmitidas por garrapatas, mosquitos y otros vectores.
La subida del nivel del mar y las inundaciones no sólo destruyen hogares. También pueden acabar con las instalaciones médicas y otros servicios sanitarios y sociales. Las inundaciones contaminan los suministros de agua dulce, aumentando así el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua. También crean un caldo de cultivo para los mosquitos, que tienen una considerable capacidad de transmisión de enfermedades.
El tremendo desafío del cambio climático exige políticas gubernamentales adecuadas para reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Se conocen las políticas adecuadas; lo que hace falta es la voluntad política de ponerlas en marcha. Al negar sus peligros, la anterior administración estadounidense ha hecho un tremendo daño a la causa de limitar los efectos negativos del cambio climático. Ahora se necesita una acción más contundente para superar sus efectos nocivos.
Es necesario aumentar la resiliencia individual para estar preparados para afrontar acontecimientos adversos, potenciando la preparación personal, reforzando los vínculos sociales y familiares, y creando y/o reforzando entornos de apoyo a la salud mental. La pandemia de coronavirus nos ha enseñado que sólo actuando como comunidad podemos resolver las amenazas globales. El cambio climático no sólo afecta a nuestra salud y calidad de vida. Amenaza nuestra supervivencia.
*César Chelala es uno de los ganadores del premio del Overseas Press Club of America de 1979 por el artículo «Desaparecidos en Argentina: la desesperada búsqueda de miles de víctimas de secuestros».
Este artículo fue publicado por CounterPunch. Traducido y editado por PIA Noticias.