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Camerún: el conflicto anglófono, la herencia colonial que divide al país

Por Beto Cremonte*-
En febrero último, un grupo de hombres armados irrumpió en la ciudad de Lebialem (en el suroeste de Camerún) y asesinó a tres jefes tradicionales de ese poblado. El ataque se atribuyó rápidamente a los rebeldes separatistas que piden y luchan por un estado independiente de Ambazonia.

Este asesinato fue impactante, sin dudas, pero no del todo sorprendente, ya que es se lo puede enmarcar en una lucha pos colonial, pero que sin embargo conserva los rasgos de las colonias. Los gobernantes consuetudinarios han sido atacados desde poco después de que la crisis anglófona, la que fue recrudeciendo en el último tiempo. Desde entonces varios jefes han sido asesinados durante este conflicto, mientras que muchos más han sido secuestrados. Desde ambos lados, anglófonos y francófonos, se disputan el futuro de un Camerún que no logra salir del proceso de descolonización total.

Pero no todos los grupos secesionistas están de acuerdo en apuntar a los gobernantes tradicionales. De hecho, no toda la violencia dirigida a los jefes proviene de los rebeldes, también han sido víctimas de abusos del gobierno. Pero su papel y lugar en el conflicto anglófono en curso justifica que se los elimine, especialmente, porque el ataque de febrero puede ser una señal de una creciente animosidad hacia ellos o de un enfoque rebelde en evolución.

Los orígenes del conflicto en Camerún

Tras el fin de la Primera Guerra Mundial Alemania perdió todas sus posesiones coloniales en África. El mapa africano se reconfiguró con el reparto de los antiguos territorios alemanes, fue “el último acto del reparto de África”.

Camerún se repartió, en 1919, entre Francia y Reino Unido. La zona sur y occidental, que suponía la mayor parte del territorio, pasó a formar parte del África Ecuatorial Francesa mientras que el norte y el este, fronterizo con la colonia británica de Nigeria, pasaría a formar parte de Reino Unido.

El Camerún francés se independizó en enero de 1960. Un año más tarde, la población correspondiente al Camerún británico decidió, en un referéndum organizado por la ONU, independizarse de Francia y unirse al Camerún francés. La unión efectiva se llevó a cabo a finales de 1961 mediante una serie de acuerdos entre ambas partes y el país pasó a denominarse República Federal de Camerún. Esta nueva república se formaba por los dos estados federados, por un lado el Camerún Occidental (antiguo Camerún británico) y por otro el Camerún Oriental (antiguo Camerún francés). La reunificación se fundaba en un principio en la paridad entre ambos Estados, que se reservaban algunos derechos. Sin embargo, no tardarían en llegar los conflictos entre ambos estados.

La falta de intención por parte del antiguo Camerún francés de mantener este federalismo y esta igualdad comenzó a influir en las decisiones políticas y gubernamentales de la nueva república. De hecho, la Constitución de la República Federal de Camerún fue prácticamente un calco de la Constitución de la República de Camerún, previa a los acuerdos federalistas. Esto fue posteriormente denunciado por los cameruneses anglófonos (occidentales), sosteniendo que las negociaciones habían sido muy desiguales y que no se había tratado al Camerún anglófono como un socio igualitario.

Más adelante, en 1984, el país volvió a cambiar de nombre y pasó a llamarse “República de Camerún”, quitar la palabra “Federal” no solo fue un acto lingüístico. Según Paul Biya, presidente camerunés educado en Francia, este cambio pretendía solucionar el problema creado por la colonización europea. Cabe destacar que el nuevo nombre, República de Camerún, era el mismo nombre que tuvo el Camerún francés cuando accedió a la independencia en 1960. Por esta razón, muchos anglófonos consideraron esto la culminación simbólica de la marginación y la asimilación de los cameruneses anglófonos. Esta situación provocó notables protestas que se saldaron en algunos casos con arrestos, encarcelamientos sin juicio previo y en otros con el exilio forzado debido a las intimidaciones sufridas. El gobierno camerunés no toleraba ninguna objeción a su política y toda protesta era reprimida con dureza.

El presidente de Camerún, Paul Biya. /SUNDAY ALAMBA (AP)

Subordinación del Camerún anglófono

Las sucesivas reformas gubernamentales fueron reduciendo la representación anglófona en los diferentes cargos gubernamentales como los ministerios, además de relegar a estos a los puestos menos importantes. Por ejemplo, ningún anglófono ha estado al frente de los ministerios de Educación, Planificación Económica o Asuntos Exteriores ni ha ocupado nunca el puesto de secretario general de la presidencia.

Además de estos agravios políticos, también ha habido importantes desigualdades económicas que han relegado progresivamente a la región anglófona de Camerún a un estado de subdesarrollo que los activistas anglófonos califican de “dominación impuesta”. Con la unificación, el antiguo territorio británico sufrió económicamente debido a que este perdió el control sobre los aranceles, que eran una de sus principales fuentes de ingresos. Además, el gobierno central cerró varias empresas comerciales e introdujo el franco CFA (moneda que utilizan los países que fueron colonias francesas), sustituyendo a la antigua libra del África Occidental Británica.

Oposición ante la marginación

La política de marginación y abandono del Camerún Meridional por parte del gobierno camerunés ha generado un sentimiento de desamparo entre la población anglófona, la cual ha manifestado su descontento. Entre 1961 y 1990 este descontento se manifestó de diversas maneras, incluyendo actos de resistencia contra el gobierno, muchos de ellos de extrema violencia. Hasta 1990 las diversas protestas habían sido pacíficas, pero a partir de ese año las reivindicaciones de los cameruneses anglófonos empezaron a ser más agresivas.

A la luz de estos reclamos surgió una nueva institución en el seno del Camerún anglófono: el Consejo Nacional del Camerún Meridional (SCNC). Este se encargó de llevar en 1995 el caso a las Naciones Unidas. Concretamente, una delegación presentó un alegato contra la anexión del Camerún Meridional por parte de la República de Camerún. El SCNC era partidario de una independencia del Camerún anglófono, regresando así a la situación de 1961, momento en que se emancipó de los británicos. Más adelante el SCNC endureció sus postulados y afirmó que estaba listo para lograr la independencia mediante cualquier medio a su alcance. Sin embargo, no todos los cameruneses anglófonos eran partidarios de los postulados del SCNC. Existía un grupo de moderados que, aunque reconocían la existencia de un problema anglófono, rechazaban las soluciones radicales apoyadas por el SCNC.

Asimismo, existían también opiniones divergentes en el Camerún francófono.

A una gran parte de la población le resulta difícil comprender la problemática. Otros señalan que las diferencias entre ambos son solamente las culturas coloniales heredadas. Por último, algunos líderes políticos de partidos como el Movimiento Progresista, la Unión Nacional por la Democracia y el Progreso o la Unión Democrática de Camerún reconocen la existencia de un problema anglófono susceptible de romper el país y derivado de la marginación a la que se han visto sometidos los ciudadanos del Camerún Meridional. No obstante, muchos francófonos entienden mal el problema al considerar a los anglófonos como otro grupo étnico más de Camerún.

Por otra parte, el gobierno central de Camerún ha negado históricamente la existencia de un problema anglófono. Temeroso de que aceptar las exigencias anglófonas de regresar a un sistema federal podría favorecer el surgimiento de otros nacionalismos regionales o la secesión del Camerún Meridional. De este modo, el gobierno ha rehuido abordar la cuestión seriamente y ha tachado de minoritario el apoyo anglófono a las demandas federales o independentistas.

Un miembro de la élite camerunesa del Batallón de Intervención Rápida (BIR) pasa junto a un coche quemado mientras patrulla en la ciudad de Buea, en la región anglófona del suroeste. .REUTERS/ZOHRA BENSEMRA

El estallido de la violencia

Desde el 2015 ha habido una enorme escalada de violencia. El detonante inmediato fue el nombramiento de jueces francófonos en tribunales de la región anglófona. Posteriormente, para finales de 2016, numerosos abogados y profesores del Camerún Meridional lanzaron una campaña de protestas y huelgas a las que se unieron también estudiantes universitarios. Las fuerzas de seguridad respondieron con crudeza a estas manifestaciones pacíficas. Decenas de personas fueron asesinadas y cientos de individuos encarcelados. Todo apuntaba a que el gobierno central no tenía la más mínima intención de ceder a las demandas o entablar un diálogo.

Muchos cameruneses anglófonos abandonaron las demandas pacíficas y tomaron las armas. Desde 2017 surgieron numerosos grupos armados que abogan por la total independencia de la región anglófona. Los grupos que más destacaron en un primer momento fueron las Fuerzas de Defensa de Ambazonia (ADF) y las Fuerzas de Defensa del Camerún del Sur (SOCADEF), pero también surgieron otras como los Dragones Rojos, los Tigres de Ambazonia o el Ejército de Restauración de Ambazonia. Inicialmente casi toda su financiación provenía de la diáspora y, aunque esta continúa siendo la fuente más importante, recientemente los grupos armados han obtenido también dinero mediante la extorsión, los secuestros e impuestos revolucionarios.

El 1 de octubre de 2017 los independentistas anglófonos proclamaron la República Federal de Ambazonia, uniendo de esta manera las dos provincias anglófonas y desconociendo al gobierno central camerunés. Así se formó un gobierno interino y se conformó un gabinete presidencial en el exilio. Posteriormente el gobierno interino de Ambazonia el Consejo de Autodefensa de Ambazonia (ASC).

La ASC pretendía unir a todos los grupos armados independentistas bajo unas únicas siglas. Numerosas milicias como los Dragones Rojos, los Tigres de Ambazonia, Seven Karta, los Guerreros Fantasma de Manyu y el Ejército de Restauración de Ambazonia pasaron a integrarse en el Consejo de Autodefensa de Ambazonia.  No todos los grupos armados se integraron a la ASC, esta imposibilidad del gobierno interino de unir a todos los grupos armados muestró el disenso existente dentro del movimiento independentista anglófono y la disputa abierta entre diferentes fuerzas por la hegemonía dentro del movimiento. 

En marzo de 2019, en un nuevo esfuerzo de unir a todos los movimientos, milicias y partidos anglófonos el gobierno interino lideró la creación del Consejo de Liberación de Camerún del Sur (SCLC). Esta nueva organización “paraguas” se creó en la Conferencia del Camerún Anglófono, celebrada en Washington D.C, la cual incluyó tanto a movimientos independentistas como federalistas.

El gobierno camerunés calificó desde el principio a todos los grupos separatistas como “terroristas” y les declaró la guerra. Las zonas del Camerún anglófono donde el gobierno todavía mantiene el control se han convertido en cárceles a cielo abierto regidas por la ley marcial. En estos lugares los militares tienen carta blanca para torturar y detener de forma arbitraria a cualquier persona en edad de luchar.

El conflicto se ha ido extendiendo y actualmente está presente en todo el este de la región anglófona.

Protestas contra el movimiento separatista de las regiones anglófonas camerunesas, en la ciudad francófona de Duala, Camerún, el 1 de octubre de 2017. (Reuters

Apoyos extranjeros y posibles negociaciones

Aunque la mayoría de países apoyan al gobierno central camerunés, las violaciones de derechos humanos cometidas por sus fuerzas armadas han debilitado la posición mantenida por estos Estados. Por esta razón algunos gobiernos occidentales como Alemania, Reino Unido y Canadá han condenado tanto la violencia de las milicias separatistas como del ejército camerunés. De hecho, los parlamentos de estos tres países han debatido la opción de suspender la cooperación económica con Camerún en caso de que continúen las violaciones de derechos humanos.

El Departamento de Estado de EEUU también se mostró en contra y condenó las violaciones de derechos humanos del gobierno camerunés, presionando para una solución que incluya la autonomía de la región anglófona. Por su parte, la Unión Africana ha mantenido también cierta distancia y no ha querido involucrarse en el conflicto. Tan solo ha hecho un llamamiento al diálogo, pero defendiendo la integridad territorial de Camerún. Únicamente la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos ha condenado las acciones del gobierno camerunés.

El reciente ataque también puso de manifiesto las divisiones dentro del movimiento cesionista. Esto se hace eco de otros desacuerdos en torno a la estrategia. Cuando algunos funcionarios fueron secuestrados a principios de este mes, algunos grupos secesionistas condenaron el acto, mientras que otros lo elogiaron. Las fisuras dentro del movimiento Ambazonia se han transformado en un desacuerdo abierto e incluso en un conflicto interno.

Más allá de las divisiones y desacuerdos entre los diferentes grupos cesionistas, a los apoyos y condenas del arco político y diplomático exterior, a la posición intransigente y violenta, también del gobierno federalista, Camerún se encuentra en una encerrona ligada a un proceso de descolonización inconclusa y disputada por dos potencias que marcaron a fuego la actualidad africana en muchos otros países también.

*Beto Cremonte, docente, profesor de Comunicación social y periodismo, Licenciado en Comunicación social, UNLP, Miembro del Equipo de PIA Global