Europa

G20: Energía, finanzas y pandemia

Por Sebastián Tapia* –
El G20 vuelve a reunirse presencialmente tras la pandemia de COVID-19. La cita en Roma plantea cómo reorganizar las relaciones entre las grandes potencias mundiales en el escenario de pos-pandemia y favorece el contacto bilateral entre los asistentes.

Todos los caminos conducen a Roma

Joseph Biden llegó a Roma unos días antes del comienzo de la reunión del G20, para poder encontrarse con el primer ministro de Italia y mantener un encuentro con el Papa Francisco. Biden es el segundo presidente católico de los Estados Unidos y se encuentra enfrentado con la Conferencia Episcopal estadounidense por su posición en favor del derecho al aborto. Más allá de resolver cuestiones religiosas personales, Biden trae a la mesa del G20 cuatro grandes temas: la provisión de energía a nivel mundial, la restauración de las cadenas de suministros globales, la relación con sus aliados europeos y el apoyo a la propuesta de un impuesto mundial a las grandes empresas.

En el primer día de reunión del G20, Joe Biden instó  a los principales países productores de energía del G20 con capacidad sobrante (Arabia Saudita en petróleo y Rusia en gas natural)  a aumentar la producción para garantizar una recuperación económica mundial. La presión sobre estos países se da en un momento en que el precio del gas europeo llega a un punto máximo – en medio de tensiones en el este de Ucrania, la falta de habilitación del gasoducto Nordstream II y la negativa de países europeos a negociar contratos a largo plazo – y mientras se negocia con la OPEP un aumento de la producción para lograr una baja del precio del petróleo.

En el segundo día, la propuesta de debate por parte de Estados Unidos es identificar y mejorar los puntos débiles de las cadenas de suministros globales, que fueron afectadas seriamente por la pandemia de COVID-19. Los problemas logísticos creados a partir de las cuarentenas y la falta de trabajadores en logística han creado cuellos de botella en los suministros de materias primas y de bienes de consumo. Lo cual se vuelve más serio ante el aumento de la demanda estacional por la época de fiestas navideñas y de fin de año.

En cuanto a mejorar la relación con los aliados estadounidenses, Biden recurrió a una serie de reuniones bilaterales. En su encuentro con el presidente francés, Emmanuel Macron, el presidente estadounidense se disculpó por la manera en la que se llevó adelante la negociación del AUKUS pero no dió un paso atrás con respecto a la construcción de submarinos para Australia:

“Lo que hicimos fue torpe. No se hizo con mucha gracia. Tenía la impresión de que habían sucedido cosas que no habían sucedido, pero quiero dejar claro que Francia es un socio extremadamente, extremadamente valorado. Extremadamente, es una potencia en sí misma”

La respuesta de Macron muestra que ambos países siguen manteniendo muchos intereses en común, más allá de lo que ellos definieron como una “puñalada en la espalda”:

“Para mí, lo importante es que en las últimas semanas hemos construido acciones muy concretas para reforzar la asociación en el Sahel. Se ha aclarado lo que significa la defensa europea y su total compatibilidad con la OTAN, pero también lo que significa la soberanía europea y su importancia para su seguridad global, y ésta es una aclaración extremadamente importante”.

Otro miembro de la OTAN con quien se había deteriorado la relación bilateral es Turquía. Biden se reunió con Erdogan para intentar recomponer la relación. Por un lado, Estados Unidos le pide un mayor respeto a los derechos humanos, cuestión que la semana pasada casi termina con la expulsión del embajador estadounidense y otros 9 embajadores occidentales. Por otro lado, Turquía requiere la compra de nuevos aviones F-16 con el excedente de la inversión que hizo en el programa F-35, del cual fue expulsada por haber comprado misiles antiaéreos a Rusia. Ambos temas fueron tratados en la reunión y quedaron en continuar la negociación.

En otra reunión al margen del G20, se emitió un comunicado entre Estados Unidos, Francia, Alemania y el Reino Unido, en el cual Biden se compromete a volver a la mesa de negociación del Acuerdo Nuclear con Irán. El nuevo compromiso estadounidense sería que no se retirarán del acuerdo, a menos que Teherán viole el pacto. Esto sucede dos días después que el principal negociador iraní anuncia que Irán estaría dispuesto a volver a negociar hacia finales de Noviembre.

Un impuesto global

Uno de los logros de la diplomacia estadounidense en este G20 fue lograr el apoyo de las otras naciones para el establecimiento de un impuesto mínimo global a las grandes empresas del 15%. La medida fue aprobada al finalizar el primer día del G20, pero entrará en vigencia lentamente hasta ser efectiva en 2023.

Si bien es un paso adelante para evitar la competencia desleal que las guaridas fiscales realizan contra los otros estados, el proyecto tiene algunas desventajas que ya hemos comentado antes. El porcentaje del 15% es muy cercano al que cobran estas guaridas fiscales y lejano de la mayoría de los estados, la recaudación de este impuesto favorece principalmente a las economías más grandes, entre otras.

La posición rusa

El presidente ruso, Vladimir Putin, no asistió personalmente al encuentro. En su lugar participó el canciller, Sergei Lavrov, quien mantuvo las reuniones bilaterales con otros estados. Sin embargo, Putin participó del plenario mediante videoconferencia.

En su mensaje, Putin realizó un análisis de la situación económica mundial, haciendo incapié en el aumento de los déficit presupuestarios durante la pandemia:

“Mientras que en 2017-2019, el déficit presupuestario promedio fue de alrededor del 3.8 por ciento del PIB, creció al 11.2 por ciento en 2020 en medio de la pandemia. Este año, aunque ligeramente más bajo, el déficit presupuestario sigue siendo bastante alto, con un 8,7 por ciento. Me gustaría señalar que Estados Unidos representará el 40 por ciento de los déficits presupuestarios de los países del G20 combinados en 2020-2021. Digo esto porque todos entendemos muy bien que el estado de la economía estadounidense es lo que determina el estado de la economía global.”

Putin identifica en estos déficits desorbitados, principalmente el estadounidense, la causa de la inflación que sufrimos a nivel mundial y el peor escollo para la reactivación post-pandemia:

“El estímulo excesivo se ha traducido en una falta generalizada de estabilidad, precios crecientes de bienes y activos financieros en ciertos mercados como energía, alimentos, etc. Una vez más, los importantes déficits presupuestarios de las economías desarrolladas son la principal causa de estos desarrollos. Con la persistencia de estos déficits, existe el riesgo de una alta inflación global en el mediano plazo, lo que no solo aumenta el riesgo de menor actividad empresarial sino que refuerza y ??exacerba la desigualdad que también se mencionó hoy.”

Como solución al problema del déficit no propuso austeridad, sino:

“normalizar las políticas presupuestarias y monetarias, mejorar la calidad de la gestión de la demanda en la economía y actualizar las prioridades económicas, y priorizar principalmente la superación de la desigualdad y el impulso del bienestar público.”

En cuanto a la pandemia, sostuvo que hay proteccionismo y una competencia deshonesta que impide que todo el mundo pueda acceder a las vacunas. Para mejorar la circulación y favorecer el restablecimiento de lazos comerciales y turísiticos propuso “instruir a los ministerios de salud del G20 para que aborden la cuestión del reconocimiento mutuo de los certificados nacionales de vacunación en el plazo más breve posible.”

En respuesta a la presión estadounidense y europea para aumentar el suministro de gas, Putin respondió que el mercado energético es un juego de a dos:

“Suministrar energía asequible a los consumidores es extremadamente importante y nuestros colegas acaban de hablar de ello. Me gustaría añadir que la estabilidad de los mercados energéticos mundiales depende directamente de la conducta responsable de todos los participantes del mercado, tanto los productores de energía como los consumidores de energía, teniendo debidamente en cuenta los intereses a largo plazo de cada una de las partes.”

Argentina: la deuda y la transición ecológica

El presidente argentino, Alberto Fernández, también participó personalmente de la reunión del G20 en Roma. Viajó acompañado por el ministro de Relaciones Exteriores, Santiago Cafiero,  y el de Economía, Martín Guzmán. Entre los tres llevaron adelante una serie de encuentros bilaterales con el objetivo de mejorar la posición de negociación argentina con el FMI, en cuanto a la deuda contraída por el gobierno anterior.

Fernández se reunió con la canciller alemana Angela Merkel, con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, con el presidente francés, Emmanuel Macron, con el presidente del Gobierno español Pedro Sánchez, con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y mantuvo un encuentro virtual con Vladimir Putin, el presidente de Rusia. La estrategia es reunir la mayor cantidad de apoyo posible de los países europeos, que cuentan con una participación importante en el FMI. Sin embargo, no pudo realizar una bilateral con Joseph Biden, siendo que Estados Unidos es el principal accionista del FMI. Pero pudo lograr un encuentro casual donde expresaron su voluntad de una pronta reunión.

Con respecto al FMI, Fernández sostuvo una bilalteral con la Directora Gerenta del FMI, Kristalina Georgieva en la embajada argentina en Roma. La reunión fue considerada buena y continuará el diálogo el lunes Martín Guzmán, cuando se reuna con Julie Kozack, la vicedirectora para el Hemisferio Occidental del FMI.

El discurso de Alberto Fernández el primer día del G20 se enfocó en la deuda y de cómo debe mejorarse el sistema financiero internacional:

“La deuda externa que mi gobierno heredó con el Fondo Monetario Internacional y que hoy estamos afrontando es un claro ejemplo de lo que está mal: única en la historia por su monto y por sus condiciones de repago, aprobada para favorecer a un gobierno en la coyuntura, acaba condenando a generaciones que miran impávidas el destino que les ha sido impuesto”

En este caso, considera que la deuda también es un juego de a dos. No sólo es responsabilidad de quién pide el préstamo, sino también del organismo que lo autoriza e impone las condiciones de pago:

“son tan responsables los que se endeudaron sin atender las ruinosas consecuencias sobrevinientes, como los que dieron esos recursos para financiar la fuga de divisas en una economía desquiciada”

En el segundo día, Fernandez vinculó el tema del financiamiento internacional con el de la acción para evitar el cambio climático, una antesala a la reunión COP 26 a la que asistirá en Glasgow a partir del lunes.

“La justicia ambiental requiere justicia financiera global. Sin financiamiento sostenible no habrá desarrollo sostenible. Los recursos para la implementación del Acuerdo de París siguen siendo insuficientes, especialmente para los países más desfavorecidos.”

También resaltó la desigualdad con la que los países afrontan la transición a una economía más verde, marcando la diferencia entre los más desarrollados y los que están en desarrollo.

“Son los países desarrollados quienes más se beneficiaron del uso intensivo de los recursos ambientales del planeta durante los últimos siglos. Por eso es esencial el concepto de responsabilidades comunes pero diferenciadas. Los países que produjeron la mayor huella ambiental son los mismos que dominan las tecnologías que pueden reducir el impacto de la producción sobre el medio ambiente. Esta transición tendrá sobre ellos un efecto positivo, no solo en materia ambiental, sino sobre la producción y el empleo.”

Y destacó que los países de ingresos medios, como la Argentina, son quienes más tienen para perder en esta transición:

“Para nosotros el impacto de esta transición puede ser negativo en términos de cohesión social. Al mismo tiempo y dada la primarización de nuestras exportaciones, es imprescindible que las nuevas reglas ambientales estén respaldadas en evidencia científica para que no constituyan una barrera injustificada al comercio. El deterioro de la casa común reclama revisar sus cimientos. No es suficiente con una renovación cosmética.”

No parece haber un resultado claro de esta reunión del G20. El impuesto global mínimo a las grandes empresas es un acuerdo palpable, aunque de dudosa eficacia. Lo que deja en claro esta reunión en Roma es que todos los países, desarrollados o no, coinciden en identificar las amenazas globales. Pero el abordaje de estos problemas sigue siendo difícil a escala global si no se tiene en cuenta las asimetrías entre los distintos actores.

*Sebastián Tapia, analista, editor general del Observatorio Sur Global.

Artículo publicado en Observatorio del Sur Global.

Foto de portada: La «Foto de Familia» de la Cumbre del G20 en Roma. | G20.

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