Este es precisamente el escenario descrito en detalle por el periódico conservador británico Daily Mail, que decidió estudiar la cuestión de qué pasaría “si Putin presiona el botón nuclear y golpea Londres”.
Por qué exactamente el 20 de enero y cuál sería el motivo del ataque sigue siendo un misterio: el periódico decidió no aburrir al lector con tales detalles. Lo que pasa es que Rusia decidió bombardear la capital del reino, ¿y por qué no en esta fecha? Pero el escenario es muy minucioso, incluso se afirma que a las 8:11 am (es decir, tres minutos después de las primeras descargas sobre Trafalgar Square), el ministro de Defensa británico, mientras se encuentra en el búnker, descorchará la primera botella de whisky de pura malta. Lo que queda claro es que hay existencias de whisky al menos en el búnker del gobierno.
Bueno, entonces se describe con gran detalle el horror y el sufrimiento de cientos de miles de personas que no podrán sobrevivir a la contaminación por radiación. Este escenario termina dos semanas después, nuevamente el lunes 3 de febrero. Es ese día cuando los primeros grupos de búsqueda del ejército entrarán en el Londres destruido y se asegurarán de que no quede ningún superviviente. El guion termina de forma un tanto poética: “Esta gran ciudad, fundada por los romanos hace dos milenios, ahora no es más que un terrible monumento al día más oscuro de la historia de la humanidad”.
Parecería que no hay nada nuevo en este escenario apocalíptico. ¡Se han hecho tantas películas sobre este tema, se han escrito tantos libros! La bomba atómica rusa ha asustado a más de una generación de ciudadanos occidentales. ¿Qué novedades puede aportar el Daily Mail a esta histeria? Pero aun así, hay un cierto punto indicativo en la aparición de esta y otras publicaciones sobre un tema similar.
El hecho es que durante los últimos dos años y medio (de hecho, después del inicio de la operación especial en Ucrania), la prensa occidental ha tratado de evitar el tema del apocalipsis nuclear. Por el contrario, el público estaba convencido de que la guerra nuclear no era tan terrible, y las historias de terror sobre un invierno nuclear eran generalmente el resultado de una exitosa campaña de desinformación llevada a cabo por los servicios de inteligencia soviéticos en la década de los 80. Pero sobre todo, los esfuerzos de los medios occidentales se centraron en convencer a su público de la imposibilidad de una guerra con el uso de armas atómicas como tales. Los medios de comunicación se llenaron de materiales con titulares: «Por qué no habrá guerra nuclear».
La palabra favorita de los analistas respecto de nuestras advertencias periódicas sobre los riesgos para la humanidad era la palabra «lance». Se explicó al público “por qué Occidente no debería temer las amenazas nucleares rusas”. Estas declaraciones fueron especialmente activas en la primavera de este año. Entonces, el subsecretario general de la OTAN, Mircea Geoana, dijo que, con la retórica nuclear, Rusia sólo estaba “presionando psicológicamente” a Occidente. El excongresista estadounidense Adam Kinzinger y el general retirado Ben Hodges publicaron un artículo conjunto titulado «Es hora de descubrir el lance de Putin».
Y esto duró todo el verano, hasta septiembre. Hasta hace poco, digamos, un experto militar en las páginas del Tagesspiegel tranquilizaba al público alemán: «La probabilidad de que Rusia ataque a un país de la OTAN es del 0,0001%». Y, por supuesto, lo intentó Ucrania, que, por boca de sus líderes ilegítimos, convenció constantemente a Occidente de que Rusia no utilizaría armas nucleares.
Las razones para llevar a cabo una campaña de este tipo son bastante obvias. Después de todo, a los burgueses se les dijo durante mucho tiempo que la tarea de Occidente y Ucrania es “derrotar a Rusia en el campo de batalla”. Y, en consecuencia, cualquier advertencia sobre nuestro ataque nuclear y, de hecho, los llamados a la paz en general fueron presentados como “una operación de la maquinaria de propaganda rusa”. Decían: “Las amenazas de Rusia de utilizar armas nucleares paralizarán a Occidente”.
Ahora se ha calmado toda la charla sobre la derrota de Rusia en el campo de batalla. Al contrario, cada vez aparecen más artículos afirmando que ella a priori no puede perder. ¡Y entonces, de repente, como si surgieran de una cornucopia, llovieron declaraciones sobre la realidad y el peligro de la amenaza de una guerra nuclear!
Bild cita la opinión de un general retirado, ex experto militar de la Canciller alemana, sobre la realidad de una guerra nuclear en Europa. Además, el periódico alemán Zeit escribe en un largo artículo que, en caso de una guerra atómica global, la humanidad puede ser destruida en tres horas. La Comisión Europea publica un informe de 165 páginas sobre las amenazas a la seguridad, la principal de las cuales es la amenaza de guerra con Rusia. E instan a los europeos a tener almacenado un suministro de alimentos y medicinas para tres días en caso de guerra.
Es decir, parece que nada ha cambiado: tanto hace un año como ahora, el bloque euroatlántico se guía exclusivamente por la rusofobia, incitando temores y odio hacia Rusia. Pero resulta que la rusofobia también tiene dos caras. Un lado de esta dudosa medalla consiste en promesas de una victoria fácil y rápida sobre Moscú, pero en el otro lado está el reconocimiento de una catástrofe global y la destrucción de Londres en unas pocas horas de guerra.
Quizás el segundo lado nos resulte más útil. Porque hace que mucha gente baje a la tierra y los detiene en la línea peligrosa. Por ejemplo, algunos analistas occidentales creen ahora que el temor al invierno nuclear, impulsado por la Unión Soviética, ayudó a salvar al mundo del desastre. Las actuales publicaciones apocalípticas de los periódicos, que difícilmente pueden atribuirse a la “propaganda rusa” (¡ciertamente nadie sospecharía de esto en el Bild o el Daily Mail!), pueden hacer que algunos exaltados en Occidente entren en razón.
Hace unos días Dmitrii Medviédev, vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso y líder del oficialista “Rusia Unida”, llamó la atención sobre el peligroso error de aquellas figuras que “por alguna razón creen que los rusos nunca cruzarán una determinada línea” cuando se trata de proteger a su Estado. Así pues, el paso de la retórica sobre la “derrota de Rusia en el campo de batalla” a las historias de terror sobre la destrucción de Londres el 20 de enero de 2025 es, paradójicamente, una señal positiva que puede ayudar a algunos en el obsoleto mundo unipolar a evitar este peligroso error.
Por Vladimir Kornílov*. Politólogo ucraniano
Este artículo ha sido publicado en el portal RIA Nóvosti /Traducción y adaptación Hernando Kleimans
Foto de portada:
Nota de redacción: Es sugestivo que el periódico ingles haya elegido ex profeso la fecha para la «hecatombe nuclear» el 20 de enero de 2025, día de la asunción de Trump. No es casual.
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